Chocolate, a los ricos dulces y bombones
Chocolate… dulce manjar. Que se quite el pan, y el agua, y las frutas, y las carnes o los pescados. Chocolate, no hay más. Soy un goloso empedernido y no puedo evitarlo, pero para mí la simple visión de fotos como éstas sólo me permiten saborearlas virtualmente, segregar copiosa saliva (lo primero que hice antes de sentarme a escribir fue ponerme al lado un pañito para limpiar de vez en cuando el teclado) y pensar en buscar un buen dulce, o un helado o unos pasteles.
O por qué no, casi es Halloween aún y aquí al menos, en mi tierra, es tradición el comprar buñuelos de chocolates, que no son sino unas ligeras bolitas de hojaldres, muy esponjosas e inundadas por dentro del gastronómico oro marrón.
Dicen las leyendas que fue Quetzalcoatl, dios azteca, quien enseñó a su pueblo el cultivo del cacao. ¡Un altar debíamos ponerle!. Gracias a él, aprendieron a elaborar el «tchocolatl«, una bebida amarga y oscura que se elaboraba moliendo y tostando sus granos.
Así, durante siglos, tan mágica y legendaria fórmula, permaneció oculta hasta que Hernán Cortés entró en tierras de México. Sin embargo, lo encontraron muy amargo, y fueron ellos, o mejor dicho, unas monjas de Oaxaca, quienes decidieron añadirle azúcar. Apenas cien años después, era ya todo un éxito entre la nobleza de media Europa.
Esa es la historia; esa es la leyenda. y a veces uno se pregunta… ¿qué importa más: su historia y sus leyendas, o sus recetas?
Magdalenas, bizcochos, tartas, helados, batidos… adornados con frutos secos, con frutas del bosque, con nata, sin nata…
Dulces y bombones de las más sabrosas formas y colores. No hay mayor placer que el de entrar en una chocolatería, tomar una caja surtida, y simplemente, comenzar a pedir que echen de unos y otros. Y claro está, sentarse en una de sus mesitas y saborear un buen tazón de chocolate caliente. Nada mejor para el frío del invierno, oiga.
Ay, qué ganas me han entrado ahora mismo de que llegue el mes de diciembre o enero y haga mucho frío. Nada, decidido, tras limpiar por enésima vez el teclado, me bajo definitivamente a por mis buñuelos de chocolate de Halloween.
¡¡Goloso!!
Cielos que tentaciones!!! pero en realidad el sabor del chocolate es riquisimo, agregado en cualquier preparación d ereposteria, muy informativo este mensaje y gracias por dejarnos entrar al mundo de las rfecetas con chocolate…
y a mucha honra, Carmen