Golden Spike, el primer ferrocarril transcontinental

Probablemente muchos conocéreis el mítico momento que quedó inmortalizado en la foto que más abajo os pongo. Fue el instante en que se unieron las líneas de la Union Pacific y la Central Pacific en Promontory Point, en Utah, Estados Unidos, el 10 de mayo de 1869. Aquel momento ha quedado para la historia como el Golden Spike, en alusión a la ceremonia con la que se inauguró el primer ferrocarril transcontinental de la Historia… pero vayamos por partes.

Fue Abraham Lincoln el que firmó el acuerdo por el que se autorizaba la construcción de una línea que uniera la costas Este de EEUU con la Oeste. Era un reto para un país en el que recorrerlo de lado a lado costaba casi seis meses de esfuerzos. La empresa era de tal calibre y suponía un hecho histórico tan importante que las luchas fueron constantes entre las dos compañías que resultaron adjudicatarias de las obras.

La Central Pacific partió desde Sacramento, en California, en enero de 1863. Casi 10.000 obreros trabajaban a sus ordenes, en condiciones ínfimas, inmigrantes todos, y llegados de China la mayoría. Por el otro lado, fue la Union Pacific la que comenzó sus obras desde la ciudad de Omaha en diciembre de 1865 con 12.000 obreros, la mayoría procedentes de Irlanda.

Los beneficios que reportaban a ambas compañías eran cuantiosos, pero estaban en función de los kilómetros de vías que tendieran. Por eso, eran continuos los sabotajes de una parte a la otra, y la explotación de sus trabajadores llegó incluso a límites insospechables. Finalmente, el Gobierno norteamericano tuvo que optar por establecer un punto de encuentro común. Éste sería Promontory Point.

Aquel 10 de mayo de 1869, las locomotoras de ambas compañías se encontraron, y sus trabajadores se felicitaron mutuamente. El presidente Grant (Lincoln había sido asesinado 4 años antes) fue le que cumplió con la ceremonia tradicional de poner el último clavo que unía ambas vías: un clavo de oro que fue el que dio nombre al momento: el Golden Spike. Aquella ceremonia fue transmitida por telégrafo a todo el país, pero independientemente de la importancia social que tuvo, supuso una auténtica revolución en la comunicación humana. Desde aquel instante, el avance del ferrocarril como medio de transporte humano fue imparable.

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