Fotos de un pequeño paseo por Londres

Monumento ante el Palacio de Buckingham

No hace mucho tuvimos la oportunidad de pasear unas horas por Londres. Sí, una pena que no pudiera gastar más tiempo en una ciudad que a mí, particularmente me sorprendió, por su elegancia, por su señorío… Pretendíamos ver lo máximo posible en apenas 24 horas, y aunque no pudimos saborearlo ni entrar en cada monumento, sí que pudimos conocer, ver de cerca y fotografiar sus principales monumentos.

Nuestros primeros pasos nos llevaron desde la estación de tren hasta Buckingham Palace, lo más cercano. Nos coincidió incluso, con el tradicional cambio de guardia, y allí vimos a los caballistas, con su clásico traje rojo y su casco de penachos desfilar en fila entre los coches, por la gran avenida que lleva hasta Trafalgar Square, nuestra siguiente visita.

La columna de Nelson, en Trafalgar Square, con el Big Ben allá al fondo

En esa amplia avenida pudimos avistar por primera vez el emblema inglés, el Big Ben, la famosa torre del Parlamento, cuyo reloj ha hecho a Londres famosa en el mundo entero, y donde suena la campana que le da nombre cada hora. El Big Ben es mágico; impresiona, quizás también producto de su magnífica iluminación que lo hace visible desde cualquier punto de la capital, y también por su excelente situación junto al Támesis.

El Big Ben resplandeciente en la noche londinense

Allí, junto a la ribera del Támesis, iniciamos un paseo realmente encantador. Era ya de noche. El tranquilo silencio del lugar nos acompañaba. Las gentes que horas antes se arremolinaban junto a la noria, la London Eye, parecían haberse refugiado en sus casas para dejarnos el paseo sólo para nosotros.

De vez en cuando una pareja se hacía arrumacos escondidos entre los árboles, también iluminados de colores, mientras algunas terrazas con sus mesas aún quedaban abiertas esperando un último cliente que se tomara un café un té para calentarse en la noche.

La impresionante London Eye

El paseo nos llevó hasta donde nuestros pies y nuestro cansancio pudo con nosotros. Quisimos e intentamos llegar hasta el Puente de Londres, pero estaba demasiado alejado. Llevábamos 40 minutos andando desde que pasamos junto al Big Ben, y sólo llegamos a ver su silueta allí perdida en la noche, entre luces, y el suave sonido del agua del Támesis.

Era hora de recogerse, de preparar las maletas para la vuelta, apenas nos quedarían un par de horas o tres en la capital, por la mañana, pero aún así queríamos aprovecharlas, exprimirlas al máximo, y disfrutarlas. Una última visita, St. Paul, la magnífica catedral de Londres, la de la inmensa cúpula, la que alberga a grandes personalidad, la que ha oficiado incluso bodas de reyes, la comparable incluso a San Pedro del Vaticano… y allí, mientras vivíamos el despertar de una ciudad bulliciosa, pero ordenada; divertida pero elegante, alcanzamos al fin a tomar nuestra última fotografía… la Catedral de San Pablo.

Llegando ante la Catedral de San Pablo

Nuestra última fotografía de aquel viaje relámpago, porque al mismo tiempo que guardábamos la cámara, interiormente ambos nos prometimos una cosa: volveríamos, sí, pero la próxima vez acompañados de dos pequeñas personitas…

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