Soñando con John William Godward
Si cierro los ojos casi puedo tocarte, y sentir cómo me tocas. Te imagino aquí, sentado frente a mí, mirándome con dulzura y pasión, acariciándome con cada palabra, haciéndome temblar con cada gesto. Y cuando sueño… cuando sueño contigo siento que por fin mi búsqueda se completa y todo cobra sentido.
Pero luego despierto…
Despierto y vuelvo a buscar señales, señales que me dirijan hacia tu encuentro, que me ayuden a reconocerte entre la multitud y que te muestren ante mí, y desaparezcan tantas dudas y temores.
A veces temo que no existas, que no seas sino producto de mi imaginación, que este intenso sentimiento que anida en mi interior termine conduciéndome a la más completa soledad. ¿Acaso he de dejar de esperar y de buscarte?.
Todos somos como pequeñas flores que abren sus pétalos esperando un rayo de sol hermoso y cálido, aquel que pueda calentar sus espíritus y regalarles vida durante su corta existencia. Todos necesitamos una pasión, sea cual sea, para sentirnos vivos.
Ansiamos sentirnos amados, seguros, acompañados, valorados. Necesitamos que alguien nos coja la mano en los momentos de soledad, si, pero también que esa mano nos descubra el más maravilloso de los mundos, aquel al que sólo se puede llegar catapultado por las más intensas emociones.
Cierro los ojos y pienso en ti de nuevo… ¡No desesperes, mantente ahí! ¡ya falta poco para que pueda soñarte de nuevo!
(Las obras de arte que ilustran este artículo nacieron del talento de John William Godward (1861-1922), pintor inglés que fue desterrado de su familia por defender su pasión por la pintura. Se suicidó con 61 años).
Me encantó tu trabajo.