Sombras y colores: graffitis en las estaciones
La mañana se despierta cálida y soleada tras días plomizos y grises. «Tras la tempestad viene la calma», parece susurrar el tren desde la amortiguada melodía de su vaivén.
Vuelven los colores a los campos franceses. Vuelven las nubes blancas y algodonosas a dibujar las más sorprendentes figuras sobre un cielo infinitamente azul. Y todo parece dispuesto para partir.
Atrás queda el frío, la lluvia y las viejas estaciones pintadas de graffitis indignos, de vías abandonadas para trenes que, cansados, parecen esperar el fin de los tiempos.
Aparecen los colores tenuemente. De los blancos a los ocres. De los grises a los verdosos. De los negros a los marrones.
Desaparecen las sombras. Se ilumina la oscuridad. Luces. Y un largo camino por recorrer hacia un próximo destino…